Hoy leía con estupor la noticia de que en la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre ha firmado con Rouco Varela un fastuoso convenio, según el cual la iglesia católica podrá tener representantes en los comités de ética y en los equipos interdisciplinares de cuidados paliativos de los hospitales. Dichos representantes, si bien de forma no vinculante, podrán exponer sus opiniones en dichos foros acerca de temas tan espinosos como los cuidados a enfermos terminales o abortos en casos de malformaciones.
¿Qué será lo siguiente? Quizás la Iglesia podrá dedicir que escenas de una película no son aptas para nuestros inocentes ojos, o si se podrá servir o no carne los viernes de cuaresma en los restaurantes.
Y... ¿Por qué limitar este acuerdo a la Iglesia Católica? ¿Por qué no se puede incluir en los comités de ética hospitalaria a santones indios, a rabinos o a imanes? ¿Y ya puestos, por qué no a gurús de la iglesia del FSM?
El caso es que la Iglesia es una entidad privada, a la que sus miembros pueden acudir para pedir cuanto consejo crean conveniente, pero que como tal no está legitimada en lo más mínimo para influir en decisiones médicas, y mucho menos en aquellas que se toman con cargo al herario público.
Decisiones como ésta escandalizan por lo que suponen de guiño hacia un pasado oscuro que debería estar superado en una sociedad moderna.
Retroceso.
Rubianes.
Hay gente necesaria en este mundo, personas que nos ayudan a romper con la estulticie, que nos facilitan con su hacer transgresor y gamberro el derribo de ruinas morales y miserias humanas.
¡Ánimo, Pepe! Te esperamos de vuelta pronto, y recuperado.
Asalto al poder.
Era de esperar. Una nueva derrota desataría en el PP las tormentas internas que llevaban tiempo contenidas. La disciplina militar, que los había caracterizado hasta ahora, se ha roto abiertamente y llueve fuego desde los bandos antagónicos. Es una lucha fratricida que nos brinda el hermoso espectáculo, propio del ingenio bélico, que desata el afán de poder.
Son tiempos de puñaladas traperas, de trampas escondidas en la jungla, de asedio y de defensa, de veneno en las copas de buen vino, de 'estás conmigo o contra mí'. Ésta vez a la vista de todo el mundo, que en los niveles freáticos siempre se ha debido mover lo suyo, como en cualquier partido que se precie.
Mariano se ve legitimado para 'intentar otra cosa', para cambiar el modelo que les ha vuelto a dejar en la oposición. Pero claro, esa otra cosa tiene que ser algo de su estilo, que no es precisamente el que le dejó como legado aquel que le nombró sucesor. En su bando la mayoría de los altos cargos regionales y, por sinergia (al fin y al cabo, los enemigos de mis enemigos, son mis amigos), Alberto, quien ha incluido su pequeño bando en el oficial como respuesta al ataque a Pearl Harbour.
Esperanza ve la que puede ser quizás una de sus últimas oportunidades para capitanear el partido, y hacerse con la presidencia del gobierno. Hábil en el manejo de los colmillos viperinos y la lengua bífida, no pierde oportunidad para ir desgranando una escalada de violencia política que destapa una oposición anunciada a la candidatura oficial. Sus aliados, un poderoso grupo político en la comunidad de Madrid, la vieja guardia de Aznar, y unos medios de comunicación que juegan a esto del poder desde hace tiempo, y a los que no les faltan redaños para abrir con los titulares que hagan falta con tal de que la opción a la que apoyan esté arriba. Ayer, esta opción era Mariano, hoy ya no.
Ayer Mariano plantaba cara al asalto en un estilo de intervención inusual en él. Y hoy, los medios de comunicación que tienen como objetivo encumbrar a Esperanza, han comenzado a disparar sus cañones con saña. La guerra es ya abierta. Será un espectáculo digno de ver.
Cambio.
Ayer, vi una película mientras disfrutaba de la comodidad de mi sofá. El caso es que la susodicha es de hace 18 años, lo cual no me parece que sea demasiado tiempo -aunque pensándolo bien, es el suficiente para que alguien alcance la mayoría de edad- pero encontré en ella varios elementos que me hicieron reflexionar sobre el paso del tiempo y como cambian las cosas.
En una escena de la misma, el protagonista, un agresivo ejecutivo, se encuentra en un establecimiento comercial y necesita hacer una llamada. En el siguiente plano, está utilizando el teléfono inalámbrico de la tienda que le ha facilitado el amable dependiente. Hoy en día esto sería impensable. No hablemos ya de un flamante ejecutivo como el de la película. ¿Qué adolescente no tiene un móvil?
Avanza la acción. El repeinado 'yuppie' de nuestra historia se encuentra en su despacho,amplio y luminoso, donde en el fondo se aprecia un aparatoso ordenador. Por el aspecto, probablemente un IBM PC AT a 8Mhz, como mucho con 10 o 20MB de disco duro. Posiblemente el colmo de lo moderno y potente en aquellos tiempos. Ya que hablábamos de móviles, podemos decir sin miedo a equivocarnos que hoy en día tenemos más potencia en el que llevamos en el bolsillo que la que le pudiera ofrecer aquella máquina a nuestro protagonista. A los CD-ROM's aún le quedaban un quinquenio para popularizarse. Y claro, la idea de Internet hubiera sonado tan a ciencia ficción como la mismísima Guerra de las Galaxias. Cuando nuestro hombre necesite buscar algo, tendrá que recurrir a un libro o echar mano de sus muchos contactos y recursos, y localizar a un experto que le explique lo que necesite saber.
En otra escena, la chica de la película (como toda película americana que se precie, hay una bonita historia de amor) está escuchando música con un reproductor portátil. Cuando le hablan, levanta la mano derecha en la que sostiene el aparato, y lo apaga. Pero... ¡Un momento! El dispositivo es enorme, y utiliza cintas de cassette. Es un Walkman, un chisme mecánico, con motores, palancas, engranajes y que tira de una cinta magnetizada que está enrollada en dos bobinas. Capacidad máxima, unos 120 minutos de música por cassette.
No me acuerdo de si nadie intentaba sacar alguna foto o no, pero de haberlo hecho tendría que haber utilizado una cámara de película, posiblemente de las clásicas de 35mm. Las fotos se hacían con sólo apretar un botón, como ahora, pero no se sabía como quedaban hasta que no se llevaban a revelar.
1990, hace 18 años, el siglo pasado.
Más que un club.
Hay un antiguo club en el que el equipo viste uniformes de colores apagados, pero al que reconocen en todo el mundo cuando salen a jugar. Podría decirse que viven absolutamente del recuerdo de las viejas glorias y de éxitos pretéritos, pero sus seguidores continúan siendo legión. Y algo curioso, las familias tienen tendencia a inscribir a sus hijos como socios de este club al poco tiempo de nacer. Muchos de estos niños, generalmente, no se cuestionan esto al hacerse mayores (el célebre espíritu borreguil del ser humano)
Yo mismo, sin ir más lejos, soy socio vitalicio de ese club. Pero últimamente estoy pensando en borrarme, ya que no me acaba de convencer como juegan.
Hoy, dando vueltas por la 'blogosfera', buscando algo ameno que leer, he encontrado un interesante y muy bien trabajado artículo en el que se desarrolla la teoría de que la afiliación infantil a este club (y a otros) podría ser inconstitucional. Lo podéis leer en Altavoz Magenta.
El fin de una ilusión
Hay días marcados con un círculo gris en el calendario. Días feos, de contenido robado, de vacío anímico.
De repente, inevitablemente, te enfrentas al que eras en el día de ayer, y descubres que eres un poco más pobre porque te falta una ilusión. Estás incompleto porque te has quedado sin algo que ya habías hecho tuyo, que ya habías sumado en la columna del haber. Y que al pasar la página del libro de cuentas, descubres de repente que está en la del debe.
Agua
Los políticos se están empezando a poner nerviosos. Cuando esto pasa, es que la situación es realmente grave. Y esta impresión comienza a calar entre los ciudadanos de a pie (cosa que quizás sea lo único positivo del desconcierto al que nos someten nuestros mandatarios)
Estos últimos días, todo lo que se oye en los medios son comentarios acerca de si trasvases sí, trasvases no, agua en camiones o en barcos, etc.
Ciertamente estamos ante una sequía inusualmente pertinaz. Pero no deja de sorprender que en momentos como estos, los responsables de la situación y aquellos que pueden tener en su mano la supervivencia de las zonas afectadas se desautorizen y se muestren discordantes, en vez de afrontar la situación de forma discreta y consensuada.
A veces me pregunto por qué no pueden tener más en cuenta que no sólo es importante el fondo, sinó también la forma. Y que los asuntos de imagen, cuando atañen una situación tan delicada, también se han de tener en cuenta.
Flock
Además de ser un fan de Firefox, y en menor medida Opera, estos días estoy probando un nuevo navegador: Flock
Es un navegador derivado de Firefox (2.0.0.12 en la versión 1.1.1 de Flock) con lo cual los que venimos de éste nos encontraremos en un entorno muy familiar. Pero está lo bastante 'tocado' como para que se noten los cambios.
Estas modificaciones consisten, a grandes rasgos, en facilitar el uso de un buen puñado de los servicios más populares en el mundo de Internet: Gmail, Yahoo Mail, Flickr, Picasa, YouTube, Facebook, Blogger (esta entrada está siendo escrita con la utilidad que proporciona Flock) y unos cuantos más.
Entre oras cosas, permite subir fotos directamente a Flickr o Picasa o seguir la actividad que originan las que ya están expuestas, escribir artículos para Blogger o WordPress, seguir los movimientos de los amigos en Facebook o tener un avisador de correo en Gmail o Yahoo Mail.
Además proporciona un lector de feeds rss bastante decente, del que adolece Firefox.
Por supuesto, muchas de estas funcionalidades pueden ser cubiertas de una u otra manera con extensiones Firefox. Pero en general, encuentro que redondean la experiencia del navegador. Vale la pena probarlo si eres un asiduo de los servicios mencionados.