Era de esperar. Una nueva derrota desataría en el PP las tormentas internas que llevaban tiempo contenidas. La disciplina militar, que los había caracterizado hasta ahora, se ha roto abiertamente y llueve fuego desde los bandos antagónicos. Es una lucha fratricida que nos brinda el hermoso espectáculo, propio del ingenio bélico, que desata el afán de poder.
Son tiempos de puñaladas traperas, de trampas escondidas en la jungla, de asedio y de defensa, de veneno en las copas de buen vino, de 'estás conmigo o contra mí'. Ésta vez a la vista de todo el mundo, que en los niveles freáticos siempre se ha debido mover lo suyo, como en cualquier partido que se precie.
Mariano se ve legitimado para 'intentar otra cosa', para cambiar el modelo que les ha vuelto a dejar en la oposición. Pero claro, esa otra cosa tiene que ser algo de su estilo, que no es precisamente el que le dejó como legado aquel que le nombró sucesor. En su bando la mayoría de los altos cargos regionales y, por sinergia (al fin y al cabo, los enemigos de mis enemigos, son mis amigos), Alberto, quien ha incluido su pequeño bando en el oficial como respuesta al ataque a Pearl Harbour.
Esperanza ve la que puede ser quizás una de sus últimas oportunidades para capitanear el partido, y hacerse con la presidencia del gobierno. Hábil en el manejo de los colmillos viperinos y la lengua bífida, no pierde oportunidad para ir desgranando una escalada de violencia política que destapa una oposición anunciada a la candidatura oficial. Sus aliados, un poderoso grupo político en la comunidad de Madrid, la vieja guardia de Aznar, y unos medios de comunicación que juegan a esto del poder desde hace tiempo, y a los que no les faltan redaños para abrir con los titulares que hagan falta con tal de que la opción a la que apoyan esté arriba. Ayer, esta opción era Mariano, hoy ya no.
Ayer Mariano plantaba cara al asalto en un estilo de intervención inusual en él. Y hoy, los medios de comunicación que tienen como objetivo encumbrar a Esperanza, han comenzado a disparar sus cañones con saña. La guerra es ya abierta. Será un espectáculo digno de ver.
Asalto al poder.
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2 comentarios:
A mi me da la risa cuando Esperanza Aguirre se delcara liberal (para ganarse el favor de ciertos medios de comunicación) y después mantiene y manipula su televisión pública, da subvenciones como el que más, etc etc. Lo único que está haciendo es fastidiar la sanidad pública a través de privatizaciones que están repercutiendo en la calidad del servicio por la reducción de costes.
Y Rajoy tenía que haber dimitido, por perdedor. Estuvo 4 años navegando entre dos aguas: el radicalismo de la derecha mediática y su talante más moderado. Dejó que se sembraran dudas sobre el 11M (algunos lo siguen llamando golpe de estado), politizó la lucha antiterrorista y se dejó llevar por la AVT. Los españoles le han dicho que esa no es la manera, y él se debería haber ido, por poco claro.
Todo eso está ahí. Y lo curioso es que, aún así, consigue ganar por mayoría absoluta las elecciones a su comunidad.
Aunque es obvio que lo importante no es lo que haces, sino la imagen que percibe de ti la gente que te ha de votar, no dejo de hacerme cruces.
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