Divertida, aunque también algo estéril la polémica desatada por la 'miembra' del gobierno, la señora Bibiana Aído. Y es que de vez en cuando nos da por sacar las cosas de quicio, confundir el tocino con la velocidad, o en este caso el género con el sexo.
Y es que claro, aludir a las féminas con una 'o' final es un uso machisto de la lengua: Pónganse en pié(o) las juristas y juristos del mundo, y hagan una ley(a) para que tanto las puristas como los puristos estén contentas y contentos. Aprieten las tuercas a esos mastuerzos machistos de la Real Academia, y que ya de paso, no permitan que haya sustantivos o sustantivas que acaben en nada que no sea 'a', u 'o'. Para así dejar bien claro si se refieren a lo masculino o a la femenina, y detectar más posibles casos o casas que abunden en la misoginia recalcitranta. Dejemos y dejemas de darnos y darnas siempre contra la misma pareda, y avancemos y avancemas.
Y así, como muestra de mentalidad progresista y transgresora, cambiemos y cambiemas los apellidos y las apellidas en función del sexo o la sexa de su portador o portadora. Ahora se me ocurre, por ejempla, doña Isabel Tocina. O mejor aún, y sin ir más lejas, doña Bibiana Aída.
Lenguaje machisto.
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