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¿De qué color es la memoria?



Roja, sin duda.
El sueño, el mañana,
índigo vendrá.

El peso del miembro amputado.




No hay nada que pese más que un miembro amputado. 

Asistía a mi primera amputación en quirófano, y recuerdo y recordaré siempre el momento en que me dieron aquella pierna después de sajarla. No sé lo que tenía la paciente, seguramente alguna cosa muy fea, por que no soy capaz de visualizar ningún trauma, ninguna deformidad, en mi memoria. Aunque me lo explicaron con pelos y señales antes de entrar a intervenir, no recuerdo ningún detalle. Nada más que el tirón hacia abajo.

Un cuerpo tiene un peso, el que sea, unos más y otros menos. Cuando a una persona la separan de sí misma, casi todo el peso va a parar a la parte más pequeña. No importa que sea un meñique.

Aquella chica debía pesar antes de la operación unos cincuenta kilos. Su pierna me hundió los brazos como si fuera un yunque. Y al verla allí, en la mesa de operaciones con una cadera que saltaba al vacío, me di cuenta de que se había vuelto tan liviana que nunca volvería hundir la arena al pisar.

Me quedé mirando en un estado de parálisis, sintiendo aquella nausea que ya nunca se iría, cuando el cirujano me dijo con voz inquieta: "¿Quiere dejar de una vez la pierna y pasarme esa sutura?".

Bloque de Hielo



Siete partes de su volumen fuera del agua, y tan solo tres sumergidas.  No se puede negar que es un iceberg un tanto especial. De ahí proviene un cierto carácter desafiante, incluso burlón, a ojos de los pasajeros de las expediciones que transitan las quebradizas aguas en las cuales se ha instalado.
Por supuesto, mantener el equilibrio de esa pose requiere esfuerzo y concentración.

Pero este bloque de hielo ha hervido y flotado en la atmósfera antes que en la sal. Y si te acercas y le preguntas te dirá que de flotar nada, que era el mismísimo aire que alguna vez has respirado, y que ahora está así por la ausencia de calor.

Las costumbres olvidadas.

Lo escrito y lo que quedó por escribir. La letra que fue y la que quiso ser. Y de entre todas esas cosas, las costumbres olvidadas.

Siempre acaban viniendo.

"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".

Martin Niemöller




Los ciudadanos y las empresas usuarias de Internet adheridas a este texto MANIFESTAMOS:
  1. Que Internet es una Red Neutral por diseño, desde su creación hasta su actual implementación, en la que la información fluye de manera libre, sin discriminación alguna en función de origen, destino, protocolo o contenido.
  2. Que las empresas, emprendedores y usuarios de Internet han podido crear servicios y productos en esa Red Neutral sin necesidad de autorizaciones ni acuerdos previos, dando lugar a una barrera de entrada prácticamente inexistente que ha permitido la explosión creativa, de innovación y de servicios que define el estado de la red actual.
  3. Que todos los usuarios, emprendedores y empresas de Internet han podido definir y ofrecer sus servicios en condiciones de igualdad llevando el concepto de la libre competencia hasta extremos nunca antes conocidos.
  4. Que Internet es el vehículo de libre expresión, libre información y desarrollo social más importante con el que cuentan ciudadanos y empresas. Su naturaleza no debe ser puesta en riesgo bajo ningún concepto.
  5. Que para posibilitar esa Red Neutral las operadoras deben transportar paquetes de datos de manera neutral sin erigirse en “aduaneros” del tráfico y sin favorecer o perjudicar a unos contenidos por encima de otros.
  6. Que la gestión del tráfico en situaciones puntuales y excepcionales de saturación de las redes debe acometerse de forma transparente, de acuerdo a criterios homogéneos de interés público y no discriminatorios ni comerciales.
  7. Que dicha restricción excepcional del tráfico por parte de las operadoras no puede convertirse en una alternativa sostenida a la inversión en redes.
  8. Que dicha Red Neutral se ve amenazada por operadoras interesadas en llegar a acuerdos comerciales por los que se privilegie o degrade el contenido según su relación comercial con la operadora.
  9. Que algunos operadores del mercado quieren “redefinir” la Red Neutral para manejarla de acuerdo con sus intereses, y esa pretensión debe ser evitada; la definición de las reglas fundamentales del funcionamiento de Internet debe basarse en el interés de quienes la usan, no de quienes la proveen.
  10. Que la respuesta ante esta amenaza para la red no puede ser la inacción: no hacer nada equivale a permitir que intereses privados puedan de facto llevar a cabo prácticas que afectan a las libertades fundamentales de los ciudadanos y la capacidad de las empresas para competir en igualdad de condiciones.
  11. Que es preciso y urgente instar al Gobierno a proteger de manera clara e inequívoca la Red Neutral, con el fin de proteger el valor de Internet de cara al desarrollo de una economía más productiva, moderna, eficiente y libre de injerencias e intromisiones indebidas. Para ello es preciso que cualquier moción que se apruebe vincule de manera indisoluble la definición de Red Neutral en el contenido de la futura ley que se promueve, y no condicione su aplicación a cuestiones que poco tienen que ver con ésta.
La Red Neutral es un concepto claro y definido en el ámbito académico, donde no suscita debate: los ciudadanos y las empresas tienen derecho a que el tráfico de datos recibido o generado no sea manipulado, tergiversado, impedido, desviado, priorizado o retrasado en función del tipo de contenido, del protocolo o aplicación utilizado, del origen o destino de la comunicación ni de cualquier otra consideración ajena a la de su propia voluntad. Ese tráfico se tratará como una comunicación privada y exclusivamente bajo mandato judicial podrá ser espiado, trazado, archivado o analizado en su contenido, como correspondencia privada que es en realidad.
Europa, y España en particular, se encuentran en medio de una crisis económica tan importante que obligará al cambio radical de su modelo productivo, y a un mejor aprovechamiento de la creatividad de sus ciudadanos. La Red Neutral es crucial a la hora de preservar un ecosistema que favorezca la competencia e innovación para la creación de los innumerables productos y servicios que quedan por inventar y descubrir. La capacidad de trabajar en red, de manera colaborativa, y en mercados conectados, afectará a todos los sectores y todas las empresas de nuestro país, lo que convierte a Internet en un factor clave actual y futuro en nuestro desarrollo económico y social, determinando en gran medida el nivel de competitividad del país. De ahí nuestra profunda preocupación por la preservación de la Red Neutral. Por eso instamos con urgencia al Gobierno español a ser proactivo en el contexto europeo y a legislar de manera clara e inequívoca en ese sentido.

Cuidador.



Cuando sucedió ya hacía tiempo que no me acercaba a hablar con la bestia. Era un animal precioso, con un pelaje que no sabías si estaba hecho para el camuflaje y el asesinato, o para la exhibición. Sus movimientos, precisos y elegantes, generaban una mezcla de pavor y de admiración. Se paseaba por la jaula como el reo que era, con un rugido o un zarpazo al aire de amenaza de vez en cuando, pero también con la mirada de los cautivos, y tenía ese afán loco de los que saben que un día escaparán, aunque les cueste la vida. La entendí como no la entendió nadie, porque en otra vida, no demasiado lejana, debí de haber tenido los colmillos y unos barrotes tan largos como los que ella tenía ahora.

Pero me estoy apartando de lo que quería explicar. Resulta que leí en las noticias, que su cuidador se ha convertido en su presa. Su cuidador debía de amarla, estoy seguro de ello.  Por como la cuidaba, por como seleccionaba con manos de artista su alimento, por como la miraba cuando le limpiaba la jaula, por como hablaba de ella, ese hombre la adoraba.

Era una persona cultivada, y es que no se puede ser de otra manera si has de entender a un animal así. Pero lo digo porque lo sé. Sé que leía sin parar en sus ratos libres, en el tiempo que podía escaquear a las tareas diarias de la jaula. 
Una vez, en una de mis visitas, lo vi escribiendo  en un  cuaderno negro de esos que tienen una gomita para atarlos. Estaba sentado en una silla, inclinada de tal manera que el respaldo se apoyaba bajo un árbol que daba sombra a parte de la arena en la que descansaba ella. Era cuando yo acudía frecuentemente a la celda de la prisionera. Cuando había descubierto que había algo que me unía a ese animal. Y cuando tenía la seguridad de que a ese animal también le fascinaba yo.

El caso es que me acerqué y le pregunté que escribía, y él me contestó que mantenía un diario de lo que la fiera le explicaba. Decía que el animal había visto tanto mundo, que en sus ojos podía reconocer por dónde había pasado, y que presas había tomado.

Hace muy poco leí la noticia.

Un día cualquiera, uno de estos, se revolvió contra él. No es que fuera la primera vez, se ve que esto pasaba de vez en cuando. Cosa normal con el genio que tenía. Pero por lo que fuera, él siempre había conseguido apaciguarla, o escapar antes de que la cosa pasara a mayores.

Esta vez no resultó así. Ella, la bestia, lo destripó sin contemplaciones.  Los que lo encontraron dicen que parecía un cojín viejo al que le habían quitado el relleno. Encontraron también su cuaderno, con lo que resultaron ser diálogos con ella y con sus últimas anotaciones, escritas con líneas que apuntaban hacia abajo, hacia la muerte. En la reseña del periódico decía que escribía disculpando al animal, que estaba en su naturaleza, y no sólo que la amaba a pesar de haberla matado, si no que era el final que deseaba desde hacía tiempo.

Que jodido tiene que ser amar a quien tienes la certeza de que te será tu depredador. Tienes mi simpatía, cuidador.

¿De qué se ríen?

Incertidumbre.

Luz.

De baja mineralización, garantía de pureza, recogida directamente en el manantial y envasada para su conveniencia.







Regalo.


Por aquel entonces debía tener algo así como veinticinco. Viajaba por los pueblos de la isla, y los días de mercado exponía la mercancía. Cada temporada cambiaba el género desde hacía cuatro años. Empecé con ropa, después comida, en esta ocasión útiles de cocina, más adelante serían otras cosas. Ya me entendéis, lo que pudiera conseguir a mejor precio.

Aquel día estaba ordenando la mercancía después de que un escuálido pelotón de señoras repasaran todo el arsenal por segunda vez para no comprar nada. Trajinaba con la cabeza gacha, cuando escuché su voz por primera vez.

-Oye, tú. ¿Qué vendes?


Alcé la vista desde detrás del carro y, situada a contraluz -como los buenos cazadores-, vi una mujer que parecía rondar los cuarentaypocos. Alta, bien proporcionada. Llevaba un vestido fresco de lino estampado, de tal suerte que su cuerpo se me antojó el caballete de una acuarela pintada un verano de sol, casas encaladas y hortensias. No estaba delgada, tampoco le sobraba nada. Morena, ojos negros como mi camisa, piel clara y moteada, rasgos fuertes, hermosos, y voz de mando. Y desde la escasa distancia desde la que me hablaba llegaba la mezcla de perfume a magnolia y el propio olor de su piel.

- Cuchillos, señora, vendo cuchillos.
- Entiendo. ¿Y... No vendes nada más?
- No. - Me encogí de hombros y contesté extrañado.
- ¿Y a ti mismo, no te vendes?
- Venderme, no me vendo. Pero a veces me regalo.

Sonrió sin enseñar los dientes, frunció la mirada, y dijo: - Entonces me dejarás invitarte a una copa.-

- De acuerdo, si me deja pagar a mi la primera.


...


En la mesa de la taberna, un hombre explicaba esta historia mientras los demás callaban y escuchaban con envidia y reverencia.

Santuario.


Todos tenemos lugares a los que volvemos de tanto en tanto a sentirnos en tierra propia.

Pues mal. Uno de mis santuarios particulares, terreno sagrado regentado por monjes sabios, ha dejado de existir.

Hoy, al acudir a él para rezar a las deidades que venero, como solía hacer con regularidad desde hace mucho tiempo, me encontré el cascarón hueco y las últimas palabras de quien lo fundó, regentó y nos acogió a tantos peregrinos en busca de papel.

Benditos seáis, frailes. Gracias a vosotros por darnos cobijo y alimento todos estos años.

La niña del fusil.



En mi sueño, uno de esos sueños lúcidos que tengo a veces, me encontré con una niña que llevaba un fusil. Ella era una cría, y el fusil era una de esas armas que, por paradójico que suene, son hermosas. Precisa, potente, y compleja. Hecha por un maestro armero experto y artesano, que no escatima detalles para hacer no sólo un instrumento, si no también una obra de arte.

En mi sueño he visto a la niña cuidar su arma, con pasión y diligencia. Porque sabía que ese arma era una joya, y porque ese arma era tan parte de ella como sus manos o sus piernas.

La niña, que había llevado siempre encima el fusil, estaba tan acostumbrada a él que sabía limpiarlo y manejarlo con destreza. Y sobre todo, sabía lo que pesaba, y a menudo se quejaba de lo agotador que era llevarlo. Pero el fusil se fundía con su carne y con su alma, hasta tal punto que no se podía amputar. Ambos eran uno.

En mi sueño me acerqué a hablar con ella. He de reconocer que el arma llamó mi atención, no se ve un ejemplar así cada día.

Trabamos amistad enseguida, y estuvimos conversando durante un buen rato. Me habló de muchas cosas, y entre ellas de las maravillas que podía hacer con aquel rifle. Podía cazar piezas fantásticas a gran distancia. Podía defenderse. Podía incluso ganarse el sustento como tiradora a sueldo.

 Hablaba con la mirada franca que tienen las personas buenas. Y con ella me explicó lo complicada que es la vida de alguien que va armado siempre. Mucha gente se sentía intimidada en su presencia. También me contó cómo en alguna ocasión, al encarar el arma hacia alguien, unas veces jugando y otras en un gesto instintivo de defensa debido a un movimiento o un ruido no controlado en su entorno, ésta se disparó por la presión del dedo nervioso sobre el gatillo. A veces alcanzando a gente conocida, a veces a gente querida. Me dijo, con el rostro sereno de quien lo ha vivido más de una vez, que cuando se dispara ese arma siempre encuentra un blanco.

En mi sueño continuamos charlando, relajados. Y como el sueño duró más de una noche, nos volvimos a encontrar de vez en cuando. Unas veces más cerca, otras más lejos.

La última noche que soñé con ella tuve un escalofrío y estornudé en su presencia, maldito el momento. Fue uno de esos estornudos bruscos y estruendosos.  Y, antes de que acabara mi espasmo, oí el estampido. Lo primero que vi al apartar las manos de mi cara fue su rostro y como se borraba toda expresión de él, vi el cañón humeante en sus manos rígidas, y vi cómo mis intestinos comenzaban a brotar por la herida.

Ella enmudeció, dio media vuelta, y se dirigió con paso tranquilo en dirección contraria mientras yo intentaba contener la evisceración.

Quince.






Quince personas.

Quince que hablan,
quince que piensan,
quince que enmiendan
y quince que callan.


Y las quince sonríen y son dueñas de mis palabras.

Obscenidad.





Dio




Now go, my son, and rock.

Ajedrez.





Peón mata peón. La banca gana.



Resonancia de Laplace.

Estoy sólo dos órbitas más allá, y hasta desde la Tierra se percibe el fenómeno de resonancia. Así que sabía de antemano que la Luna tenía razón cuando me dijo que siempre nos tendríamos. Esa certidumbre instintiva se confirmó después, cuando estudié la astronomía suficiente para conocer la causa.

Pero lo que más me sorprendió fue el saber que sólo hay un caso así en todo el sistema solar.

Todos ellos.

La madera ladró, el hierro maulló, y los ojos tuvieron que esforzarse ante el cambio de luz.

El sol, frío y brillante, bajaba como una barra de bombero inclinada, sostenida en lo alto por el hueco que dejan las tejas rotas, y que apoyaba el pie en una charca de sargazos. A su alrededor, oscuridad a medias y recuerdos en suspensión.

Y el aire se acercó, y me concedió una vez más el derecho de escuchar los olores de todos ellos.