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Ella.

Tenía ocho, o quizás nueve años, cuando una mañana suave de cielo plomizo y mil matices verdes, la lluvia me saludó de camino a casa para preguntarme si quería jugar con ella. Y sus aguas, inicialmente tímidas, ante mi sonrisa de aquiescencia acudieron en tropel.

Llevaba impermeable, pero no paraguas. Así que con muchas mojaduras ya a mis espaldas y poca prisa por llegar a mi destino, decidí cubrirme bajo un árbol cercano de copa espesa, a esperar a que el agua se calmara un poco antes de continuar la ruta.

Desde mi refugio podía contemplar el sendero que había de llevarme a la chimenea encendida donde me secaría más tarde. Discurría entre prados irregulares, que tenían a unos cincuenta metros otro árbol como el mío, el cual parecía mirarme como si supiera lo que iba a pasar.

Caía una cortina de agua tenue, pero suficiente para conseguir que los perfiles de las formas y los colores se desdibujaran de esa manera que nunca me cansaré de contemplar en los lienzos impresionistas. Entendí entonces a que quería jugar mi amiga, y decidí ser su compañero de juegos.

- "¡Más fuerte!"- le dije con mi pensamiento. Y, atenta como estaba a mis deseos, me hizo caso al instante. Con una pequeña ráfaga de viento la vi crecerse y ocupar el aire que me rodeaba.

Una sonrisa apareció en mis labios y esta vez grité: - "¡Más! !Más fuerte!"-

Ella arreció. Tanto que todo se oscureció ante mí. En muy poco tiempo el paisaje se difuminó de tal forma que no alcanzaba a ver más allá del otro árbol que tenía delante.

Al rato, la imagen pareció detenerse. Las lanzas de agua se pararon en el aire, las hojas dejaron de bailotear mientras eran golpeadas, el viento dejó de sonar. Era el momento de parar.

- "Más suave"- susurré ahora.

Aliviada, mi compañera tomó aire y enseguida volvió a su ritmo jovial del principio, permitiendo que la claridad llenase el espacio que dejaba el agua en retirada.


Poco a poco, como a quien le cuesta marcharse de un lugar donde se encuentra a gusto, se fue despidiendo de mí por aquel día. 

Continué el regreso a casa por el camino embarrado, envuelto por el olor a tierra mojada y acompañado por el sonido de las gotas que caían desde las hojas, dispuesto a volver a jugar con ella siempre que quisiera.

4 comentarios:

1cualquiera dijo...

Ojalá te prodigaras más...

Silgo dijo...

¿Qué puedo decir ante un comentario así?

¡Muchas gracias! Intentaré hacerlo. :-D

1cualquiera dijo...

... puedes decir que tu blog es tuyo y te prodigas cuanto quieres :-))

más en serio, me suelo mover por blogs político-festivos (por los rollos que se montan), y por microsiervos (siguiendo tu puntero), más alguna joya más...
es refrescante leer algo diferente, sólo eso, a partir de ahí, cuando te venga la inspiración... pues nada, aquí estaremos

esto es nuevo para mi dijo...

Te esperaba como agua de mayo... Y es que tus comentarios rezuman sinceridad, un valor que cada vez escasea más.

Up to you. Pero ya sabes que tienes un par de seguidores :-)