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Inercia.

A veces la debilidad que nos suplica continuar caminando es más fuerte que la voluntad que nos obliga a detenernos.

Continuamos, hastiados y exhaustos, aún a sabiendas de que hace tiempo que perdimos la brújula y la radio dejó de responder. Y así, de algún modo, caminamos en círculos visitando los mismos pequeños pueblos una y otra vez, donde encontramos a los mismos ancianos, y algún joven que quedó anclado por miedo o por nostalgia. Ellos, incapaces de emigrar hacia algún lugar más soleado y poblado, y al tiempo felices porque nuestro extravío les garantiza compañía.

Y ya, después de tanto tiempo perdidos, estamos hechos de remiendos, de parches necesarios para que no se nos escape el aire por los rotos que nos vamos haciendo en el camino.

2 comentarios:

esto es nuevo para mi dijo...

Buenos días,

La inercia, hasta cierto punto, es inevitable... los mismos sitios, las mismas caras... nos hablan de cierta rutina que a veces es necesaria en nuestras vidas.

De todas formas, no podemos dejar de sentir un punto de envidia por todos aquéllos que rompieron el círculo, aquéllos que realmente dieron el salto para cumplir sus sueños, por insignificantes que fueran...

Creo que me has dado pie a un nuevo post. Me has recordado alguno de mis sueños.

Buena semana,

Silgo dijo...

Supongo que todos tenemos nuestras inercias. Con los años es imposible no desarrollarlas, en algún sentido u otro.

Gracias por tu comentario, estaré esperando tu nuevo post. ;-)

¡Buena semana!