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Cinismo.


A la sazón de la operación de compra de una importante masa de acciones de Repsol por parte de capital ruso, el Sr. Rajoy nos deleitaba con las siguientes declaraciones:

Rajoy tilda de ''inmoral'' la entrada de Lukoil en Repsol y exige que se impida

Y claro, leído esto, lo primero a uno le da por pensar: "¡Qué buen tío este Rajoy, cómo defiende lo nuestro! Si señor, con un par. No les dejamos comprarla y que se jodan, que a ver si vamos a dejar nuestras empresas bandera y nuestros recursos energéticos en taimadas manos foráneas."

Pero claro, uno tiene ese vicio tan pasado de moda de acordarse de las cosas. Y hace no tanto, ese mismo señor Rajoy abogaba porque Endesa fuera comprada por una empresa alemana (E-ON), ni más ni menos, en detrimento de una empresa española (Gas Natural) Y la duda surge... ¿Por que en un caso sí y en otro no? Seguramente porque como decían en un episodio de los Simpsons: "Si hablan alemán, no pueden ser malas personas".

Aunque uno es algo mal pensado, y no puede dejar de barruntar con que el Sr. Rajoy, y su partido en pleno, pueden defender sin que se les suban los colores que una empresa extranjera compre a una española, si le va bien para atacar al gobierno (operación anti OPA de Gas Natural, que al fin y al cabo son catalanes y se ganan votos si se les ataca) Y al poco tiempo no admitir, patriotismo mediante, que una empresa extranjera compre a una española, si también le va bien para atacar al gobierno.

Mesianismo.


No es que no quisiera que ganara él, que lo quería. Y no es que no me parezca todo un logro que por fin un negro pueda acceder a la presidencia de los Estados Unidos, que lo es. Con toda seguridad será un cambio positivo. Y es que lo que sale no aguanta ni la más mínima comparación con lo que entra.

Pero lo que no me gusta de todo esto es la ola de mesianismo que le está envolviendo. Demasiadas esperanzas, demasiados idealismos.

El tiempo lo dirá. Ojalá los pronósticos de los más soñadores se cumplan, y todo esto sea el comienzo de una época brillante de progreso y de avance social y cultural, que buena falta hace. Pero prefiero ser cauto y ver sólo a un hombre, que parece buena persona, que puede que tenga alguna buena idea y que quizás intente cambiar alguna cosa. Por lo demás, me conformo con saber que el que entra no es como el que sale

Jet Lag.

Cada año me pasa lo mismo. Y sé que se ahorra un montón, y que enseguida se supera. Pero no puedo evitarlo. Me siento timado.

Cada año, un sábado que podría ser un sábado cualquiera, pero que es el de la tercera semana completa de Octubre, escucho con aprensión esa cansina cantinela que nos anuncia el principio de la temporada oscura.

Como si no tuviéramos suficiente con acabar el verano, los días se van acortando de forma imperceptible, aunque inexorable. Y un día, que a la vuelta de vacaciones siempre se ve lejano, de repente y con un chusco juego de manecillas, nos dicen que tres son igual a dos.

Con la pobre excusa de disponer de una hora más para vagar en nuestros sueños, nos dejamos engañar y aceptamos contentos e inconscientes ese gato negro a cambio de nuestra lustrosa liebre. Y, oh sorpresa, al día siguiente encontramos que nos han robado un pedacito de sol al final de cada jornada.

Por supuesto, esa luz nos la devuelven a la mañana siguiente. Pero... ¿Y qué? A mí por la mañana no me hace tanta falta.

Y ahora toca vivir la noche en día, hasta el tercer fin de semana completo de Marzo.

La mano del pecado.


Siempre me ha parecido curioso (y peligroso) que se consideren más nocivas para los niños, y ofensivas para los mayores las alusiones sexuales que las alusiones a la violencia.

Hasta hace poco esto era un tipo de noticia a la que nos tenían acostumbrados en Estados Unidos: Que si 'Janet Jackson' enseña un pezón -algo que por otra parte, tiene el 50% de la población mundial en número de dos- en la SuperBowl y se arma la marimorena, que si hay que censurar la portada de un disco porque en la portada salen unas estatuas griegas que representan a un hombre con 'oh, un pene' -otra cosa que tiene el otro 50% de la población-, etc. Bueno, esas cosas de las que nos solíamos reir los europeos. Y claro, esto en un contexto en el que no pasa nada si en el telediario, o a la hora de la merienda se dan imágenes de un policía matando a una persona, un avión bombardeando, o un combate de boxeo o de lucha libre en el que dos seres humanos se golpean (de forma real, o simulada) hasta la saciedad. Por no decir que hay estados en los que el sexo oral es ilegal, pero comprar armas es tan fácil como hacerse con unos zapatos nuevos.

Lo que me preocupa es que el sector rancio local está empezando a culear por esos derroteros, y dándoselas de garantes de nuestra moral han vetado la publicidad de la película "Diario de una Ninfómana" por el contenido del cartel. En el mismo, de menciona el título de la película y se aprecia un hermoso cuerpo femenino en el que una de las manos se comienza a colar en las braguitas. Es una imagen ciertamente bella y sugerente.

Entrar en el porqué la imagen no tiene nada de malo es un ejercicio ocioso, e inútilmente explicable a quien tiene problemas morales con la misma. Más complicado es intentar hacerles comprender que si ellos tienen problemas, probablemente mucha otra gente no los tiene, y que ellos no son quien para hacer de policías de nuestras almas. Pero lo que peor veo es que a esa gente no le importe que sí se pueda hacer publicidad de alguna película en la que el cartel muestra violencia explícita -me evitaré ejemplos, porque no hay más que echar un vistazo a cualquier cartelera actual-

En fin, que mal vamos si nos dejamos caer en estos ejercicios involucionistas y más propios del medievo que de la época en la que nos movemos. Pero la contrapartida es que la película ha recibido mucha más publicidad gracias a la mojigatería de algunos.

Histeria.


¿Es buena la bolsa tal y como funciona, o habría que reinventarla?

El problema fundamental es que es un mercado que fluctúa de forma emocional, y muchas veces histérica. Obviando ya lo fácil que es manipularlo, nos encontramos que qualquier evento, particular o general, puede provocar unas variaciones totalmente desproporcionadas. Y, en caso de ser negativas, inciden en la línea de flotación de las empresas implicadas. Cuando la situación es particular, la cosa puede acabar en que una empresa es comprada por otra, o a lo sumo se va al garete. Pero en la situación de crisis generalizada que nos ocupa, esto acaba siendo un factor de peso en la espiral de agravamiento de la economía global. Y empresas que no tendrían por que estar implicadas, acaban sufriendo el tsunami de histeria.

Es un elemento más de este sistema de locos que tenemos montado, y del cual estamos viendo los resultados.

¡Brujas, brujas!


¿Ha acabado ya el LHC con la Tierra?

Los tiempos avanzan, pero seguimos siendo el mismo animal asustadizo. Nos hablan de brujería y encendemos las teas y preparamos la pira, para quemar a las taimadas hechiceras que nos amenazan con sus poderes más allá de nuestra comprensión.

El miedo es libre y visceral, y bien manejado sirve para controlar y generar beneficios.

Brocha gorda.


Esta mañana leía estupefacto la última perla del sr. Aznar: "La crisis de hoy es la cosecha de los últimos cuatro años. Es la cosecha de los últimos cuatro años de gasto público excesivo, de subida de los impuestos y de ausencia de reformas económicas"

No tengo excesivas ganas de defender al gobierno, que tampoco se ha lucido, y cuya comunicación ha dejado especialmente que desear. Pero de ahí a echarle la culpa de la crisis por la gestión de los últimos cuatro años, hay un mundo. E intentar hacer comulgar con ruedas de molino como ésta es cuando menos un insulto a la inteligencia y a la memoria a corto y medio plazo.

Al fin y al cabo, el contexto de la crisis es mundial. Los amadísimos Estados Unidos de nuestro ex-presi acaban de nacionalizar dos entidades hipotecarias para evitar el ensanchamiento de un agujero que ya alcanza proporciones históricas. El Reino Unido, también otro de sus paises favoritos está en una situación delicadísima. Y como estos dos, muchos otros. ¿También están sufriendo las consecuencias del excesivo gasto público del gobierno de Zapatero?

Cabe decir que en comparacion, España, sin estar especialmente bien, tiene una ligera ventaja debido a que en la legislatura anterior, se obligó a los bancos a dotarse con unos fondos extraordinarios para asumir con más posibilidades este tipo de crisis.

En estas circunstancias, está bien recordar que durante el gobierno del Sr. Aznar, se alentó con la mayor alegría el inflado de una descomunal burbuja inmobiliaria que ha 'entrampado' a cientos de miles de españoles. Llegando con toda naturalidad a incrementos de 400% en los precios.

A esto podemos añadir la descarada subida del IPC, con la excusa del Euro, en la cual lo que valía 100 pesetas pasó de la noche a la mañana a valer 1 Euro (también conocido como 166,386 pesetas) En aquel caso, el gobierno de nuestro bigotudo ex-mandatario no sólo no hizo absolutamente nada para controlar esta inflación. Hizo algo mejor aún: La encubrió cambiando los baremos de cálculo del IPC, consiguiendo así que el dato presentado fuera negativo coincidiendo con el cambio de moneda. Efecto: Los precios suben, los sueldos se quedan exactamente igual.

Podemos continuar, con otro tema controvertido. El apoyo a políticas de conflicto sobre regiones de producción petrolífera, que digamos no ha ayudado mucho a estabilizar el precio del crudo. Otro factor importante en la crisis.

No está de más tampoco mencionar a que conducen las políticas ultraliberales de los gobiernos autonómicos del PP, que promulgan un recorte drástico del gasto público: Murcia, Madrid y Valencia, las comunidades con el peor servicio sanitario según la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, por cuarto año consecutivo.

Y el caso opuesto. Está contrastado desde hace ya bastante tiempo que los países con mejor nivel de vida tienen un gasto público alto, y unos impuestos igualmente altos para sostenerlo. Por contra, los países con impuestos bajos y deriva del gasto social hacia sectores privados muestran niveles de vida mucho peores e índices de pobreza mucho más elevados.

En fin, que es obvio que hay crisis, que la cosa no va bien, y que no van a mejor en el corto plazo. Pero el gobierno de Aznar no está exento de culpa, y el de Zapatero tampoco la tiene toda.

Tercermundismo.


Tren Barcelona Vigo, siglo XXI.

Distancia: 1100 km.

Tiempo de viaje (sin retrasos): 16 h.

Velocidad media: 68 km/h






Por no hablar de los vagones, que aparte de haber sido pintados por fuera, siguen siendo los mismos de finales de los 70. Y el vagón restaurante, que en Monforte de Lemos (donde el tren se divide en dos, uno que va hacia A Coruña, y el otro hacia Vigo) se va con la máquina que parte destino a A Coruña, dejando a los que viajan hacia Vigo sin posibilidad de conseguir un desayuno a bordo.


Otro ejemplo:

Viajar de Vigo a Sarria, unos 172 km, lleva aproximadamente 5 horas y media. En este caso nos lucimos todavía más: 31 km/h.

Mientras leemos las nocicias del nuevo AVE de turno (siempre a o desde Madrid, por supuesto, no vaya a ser que alguien se moleste si se hace un AVE que no pase por el centro) Hay muchos servicios que utiliza un montón de gente, y que todavía discurren por larguísimos tramos de vía única, con infraestructuras de cuando Harold Lloyd aún no llevaba gafas, y que circulan a velocidades superables por coches de esos de los que no hace falta tener carné para conducirlos.

Sé que es mucho pedir. ¿Pero alguien podría plantearse desdoblar las líneas en esos tramos de vía única, y poner en marcha máquinas un poco más rápidas (no hace falta AVE)?

Profesionalidad.

Hace poco leía la noticia de que han demandado , nada menos que a Apple, por no compensar por el sobreesfuerzo laboral.

El caso es que la explotación empresarial es una práctica muy habitual en España, y particularmente en el mundo de los servicios informáticos, donde es frecuente pedir al empleado sobreesfuerzos no compensados como trabajo fuera de horas, fines de semana o en períodos vacacionales -incluso con algo aparentemente inócuo como llevar un teléfono siempre abierto encima-.

Normalmente la retórica corporativa típica viene a decir que 'eso ya está incluído en el sueldo', que 'este trabajo es así', o que 'hay que ser profesionales'. Pero al final, hay alguien que sí se está beneficiando de ese tipo de sobreesfuerzo de forma doble: Por una parte no necesita contratar personal extra para llevarlo a cabo, y por otra no paga o compensa de forma adecuada (a veces de ninguna manera) al personal que acaba haciendo horas extras (que no existen porque nadie las paga o reconoce, pero sí se trabajan) y perdiendo tiempo personal.

Aún tenemos mucho que avanzar, tanto las compañías como los empleados, para aprender a valorar nuestro tiempo y el de los demás. Al fin y al cabo, nuestro tiempo es lo más importante que tenemos, y regalarlo es una falta de respeto para nosotros mismos y un acto de poca profesionalidad (alguien que se define como profesional, cobra por el tiempo que trabaja)

Tiempo ganado.


Aparecen de tanto en tanto. El hecho de que no abunden los hace más valiosos, y cuando lo tienes en las manos, te debates entre las ansias de devorarlo con fruición, y las de saborearlo con calma para extraer todo el jugo posible, y hacer más duradera la experiencia.

Y cuando estás inmerso en el viaje, en las tormentas, en las pasiones, en las mezquindades y los altruismos, y todo lo que te rodea desaparece, te das cuenta de cuanto echabas de menos uno de esos.

Reconozco que ante tanto estímulo artificial, me cuesta poco dispersarme y olvidar ese placentero vicio que es capaz de abstraerme de mi entorno y hacer correr las horas. Pero de tanto en tanto, aún cedo a la compulsión de perderme en una librería y dedicarme a pescar algo interesante. Generalmente la captura contiene de todo, algunas cosas malas, la mayoría mediocres, y si hay suerte, alguno de esos ejemplares que se quedarán en la memoria como tiempo ganado.

Dignidad


Soy lo que se llamaría en inglés un 'geek'. No sé si hay una traducción directa para la palabra en castellano, pero creo que podríamos, para el caso que nos atañe, asimilarla a 'tecnófilo'.

En mi condición de amante de la tecnología y los cacharritos, este viernes estaba a las 10.00 en la puerta del centro comercial de turno con la esperanza de conseguir mi esperado iPhone (un añito de espera, desde que salió en los E.E.U.U) Conté delante mío unas 20 o 25 personas, y detrás aparecieron unas 15 más enseguida.

El primer dependiente que apareció en escena nos anunció rápidamente la noticia que temíamos:

- No han llegado todavía, no sabemos cuando lo harán y no sabemos cuantos traerán.

Así que, muy ufanos ellos, nos tomaron nombres, números de teléfonos, modelo solicitado y tipo de acceso (alta, portabilidad o programa de puntos)

Me volví al trabajo, del cual empiezo a pensar que nunca debí haber salido.

A la tarde, aunque yo había solicitado el modelo de 16Gb, me llamaron para ofrecerme una unidad de 8Gb comentando que ya no quedaban los de mayor capacidad.

Pensé rápidamente que en mi iPod de 60 Gb sólo tengo 4 ocupados, y que podría vivir perfectamente con los 8 que me ofrecían. Así que decidí sacrificar mis expectativas y un poco de dignidad, dije que me interesaba, y me dirigí a la tienda a recoger el aparatito.

Cuando ya tenía la caja en mis manos, se me ocurrió preguntar:

- Tengo un SIM dual, con el número del trabajo y el personal ¿Ningún problema, no?

Y el dependiente, tuerce el gesto y me contesta:

- Ah, no, es totalmente incompatible. Tendrás que ir a una tienda a que te des-dualicen el SIM, o hacer un alta nueva.

He de reconocer que me lo pensé un poco, pero al final mi dignidad pudo más y rechacé la tomadura de pelo. No tiene nada que ver con ninguna limitación tecnológica del aparato, simplemente se trata de una obcecación estúpida (aún no sé si es por parte de Apple o de Telefónica) por mantener el control de "una línea-un iPhone". Es decir, el iPhone se asocia directamente con un único SIM y se convierte en personal e intrasferible.

Como estamos en 2008 y estas cosas están más que superadas, me parece insultante que por una decisión comercial me hagan llevar dos teléfonos encima por que a ellos se les antoja, cuando hace años que puedo integrar dos líneas en el mismo aparato, por sencillo que éste sea.

No sé si algún día volveré a caer en la tentación, pero aunque sé que quiero lo que me ofrece el iPhone (conexión a Internet funcional y ubícua), me parece que quizás tendré que esperar un poco más, y quizás tenga que venir en forma de otro aparato. Posiblemente con Android.

A posteriori, y a base de leer foros, también he descubierto que hay clientes de Movistar que no han podido adquirir el iPhone debido a que tienen un contrato de permanencia en la actualidad (Zona Azul, por haber conseguido un terminal mediante puntos con rebaja por permanencia) Y no pueden comprar el terminal de Apple hasta que no se acabe su actual período de permanencia, ni siquiera sumando la duración de ambos períodos.

Como colofón, leyendo las tarifas se aprecia que es más barato conseguir el 'trasto' si vienes de otra compañía que si llevas 10 años en Movistar. De hecho, lo que sale a cuenta es darte de baja, y volver a los 10 días, en cuyo caso te aplican el descuento de 'portabilidad'. Es otro insulto más a añadir a la lista.

Que penita, y que manera de quitarse clientes de encima.

Ruído.

La tenemos encendida simplemente por la costumbre, por un absurdo automatismo. Se ha convertido en una manera de rellenar huecos de silencio, de crear compañía vacía de contenido real. Es una de esas adicciones modernas que proporcionan una recompensa inmediata y estéril. Te libra de quedarte a solas contigo mismo. En su mayor parte, una inyección dulzona de almíbar en las meninges: Fácil de ingerir, sin texturas que explorar, y sólo engorda.

Aún no sé donde nos perdimos y dejamos que el ruido sustituyera a la música.

Por suerte, cada vez la encuentro más enervante. Siempre fueron imágenes, pero ahora es sobre todo un estruendo inmisericorde: sonidos machacones y estridentes que se solapan sin parar. Afortunado de mi, eso está haciendo que sea consciente del tiempo que no quiero perder.

Adiós, Guiñoles, adiós.

Muchos han sido los momentos en los que me he reído bien a gusto con los Guiñoles, especialmente en una etapa en la que el gobierno de cierto personaje nefasto, y toda su camarilla, se hizo insoportable. Siempre conseguían encontrarle el punto surrealista al día a día (aunque hay que reconocer que a veces el día a día se lo ponía bastante fácil) Y les agradeceré toda la vida que hayan caracterizado al 'bigotes' como Darth Vader.

Pero como todo en esta vida, y no puedo dejar de acordarme de los que fueron su inspiración: aquellos geniales 'Spitting Image' británicos, las cosas se acaban.

¡Los Guiñoles han muerto, vivan los Guiñoles!

El primer recuerdo.

A veces, cuando puedo permitirme el lujo de pensar en las musarañas, me asalta una de esas preguntas que no van ni vienen a ninguna parte. Me gustaría saber cual es mi primer recuerdo, la primera imagen que grabé en mi memoria cuando quizás todavía no era capaz ni de expresar lo que veía.

Desde la bruma de mi memoria acuden escenas fugaces de algún dibujo animado bastante añejo, algún juguete, y quizás también alguna escena familiar dispersa, en especial arrebatos de estrés de mis padres debido a travesuras mías. Podría ser cualquier momento entre los 3 y los 4 años, pero no lo tengo nada claro. La dificultad de fijar esos recuerdos me causa divertidos 'deja-vus BadeRunnerianos'.

Esas imágenes, esas escenas, son pequeños e irrepetibles tesoros.

La antesala del cambio.

Hoy he vuelto de la compra con cuatro bolsas de plástico, que he metido en un cajón donde moran una infinidad de otras bolsas, también de plástico. Mi fruta viene envasada en bandejas de poliestireno (o algún material de pelaje similar), y envueltas en un 'film' plástico. El agua, la leche y el aceite, en botellas de plástico. La caja de té también viene envuelta en plástico, y dentro de ella, cada dósis indiviual viene también envuelta a su vez. Los yogures, el queso, el jamón...

Al asomarme por la ventana, los coches pasan bajo mi mirada. La mayoría casi vacíos, casi todos moviendo 1500 kilos para transportar una única persona.

La tele, el DVD, el viejo VHS, el router WiFi, la Wii, el teléfono inalámbrico, el aire acondicionado... Todo en standby todo el día y toda la noche.

Las luces del trabajo encencidas también de sol a sol, los ordenadores que la gente no apaga...

Me da en la nariz que todo esto va a tener que ir cambiando.

Pan y circo.

Bueno, España ha ganado la Eurocopa ¡Que bien por la parte que nos toca a todos! Orgullo gregario rebosante que se manifiesta en forma de olor a pólvora, en gritos, en éxtasis colectivo, en mil bocinas que ríete tú de las de Jericó.

Tenemos nuestro circo, y con eso y un poco de pan ya estamos saciados. Ahí nos las den todas.

Lenguaje machisto.

Divertida, aunque también algo estéril la polémica desatada por la 'miembra' del gobierno, la señora Bibiana Aído. Y es que de vez en cuando nos da por sacar las cosas de quicio, confundir el tocino con la velocidad, o en este caso el género con el sexo.

Y es que claro, aludir a las féminas con una 'o' final es un uso machisto de la lengua: Pónganse en pié(o) las juristas y juristos del mundo, y hagan una ley(a) para que tanto las puristas como los puristos estén contentas y contentos. Aprieten las tuercas a esos mastuerzos machistos de la Real Academia, y que ya de paso, no permitan que haya sustantivos o sustantivas que acaben en nada que no sea 'a', u 'o'. Para así dejar bien claro si se refieren a lo masculino o a la femenina, y detectar más posibles casos o casas que abunden en la misoginia recalcitranta. Dejemos y dejemas de darnos y darnas siempre contra la misma pareda, y avancemos y avancemas.

Y así, como muestra de mentalidad progresista y transgresora, cambiemos y cambiemas los apellidos y las apellidas en función del sexo o la sexa de su portador o portadora. Ahora se me ocurre, por ejempla, doña Isabel Tocina. O mejor aún, y sin ir más lejas, doña Bibiana Aída.

Irlanda y la ilusión.

Una vez más, nos encontramos ante un revés para la ratificación de un tratado que intenta modificar el marco de competencias de la Unión Europea. Hace poco era la defenestrada 'Constitución Europea', hoy es el 'Tratado de Lisboa'.

La constitución intentaba entrar por la puerta grande, con referendos en los países miembros. Con fiesta, con fanfarria y triunfalismo se nos anunciaba que el texto nos iba a unir más. Pero, la verdad es que era un texto a medias, que no contentaba a nadie. Ni a los que quieren una Europa más integrada, ni a los que quieren más soberanía de los estados que la forman. Ni 'chicha, ni limoná'

Ahora, el tratado se cuela de tapadillo. En la mayoría de los países, con la honrosa excepción de Irlanda, la previsión es que el tratado se apruebe por mayoría parlamentaria. Es decir, sin concurso directo de los sufridores del mismo: nosotros. Es una de esas bonitas jugadas del tipo: "No conseguimos que lo votéis, pues lo aprobamos nosotros y listo". Hoy Barroso, el cuarto hombre de las Azores, declaraba tras conocerse el resultado negativo de Irlanda que el proceso de ratificación continúa a pesar del todavía caliente 'no'.

Es para preguntarse porque está pasando esto. Mi conclusión es que no han conseguido, y en general parece que ni lo intenten, ilusionar con la idea de Europa. Estamos perdidos en una maraña de tecnicismos mercantiles y de intereses locales, que de por sí es farragosa, pero que no tendría mucha importancia si hubiera una visión de futuro que atrajera a la gente. Lamentablemente esta visión no existe, y algunas de las cosas que nos llegan son harto perniciosas , como las 65 horas famosas, o las 'reglas secretas' de seguridad aeroportuaria, o un Euro que nos ha subido el coste de la vida en un 60%. ¿Cómo quieren que queramos más Europa de esta manera? Señores políticos, hágannos soñar con algo en vez de marearnos. Véndannos un proyecto consistente, un futuro de bienestar, de progreso, de justicia. Algo por lo que merezca la pena soñar, que suene a nuevo pero no a imposible, y que haga que la gente se mueva en una misma dirección.

Mientras tanto, resabiados como estamos, seguiremos sin ver nada claro.

Quizás valdría la pena perder la Esperanza.

Una vez más, la comunidad de Madrid nos regala una perla digna de ellos: El Servicio Madrileño de salud vende a una multinacional la asistencia sanitaria de 400 mil personas.

No es que sorprenda, al fin y al cabo es un paso más de un buen gobierno neoliberal que se precie de serlo. Pero para el bienestar de la gente que depende de dicha región sanitaria es calamitosa.

Las empresas tienen como objetivo final no la satisfacción de sus clientes -por mucho que utilicen ese leitmotiv- sino la búsqueda del máximo beneficio de sus accionistas. Y parte de esta búsqueda consiste en el recorte incesante e implacable de gastos. Ya se sabe, que si dos aceitunas menos por aquí, que si un médico menos de guardia por noche y nos ahorramos unos euretes, que si a donde vamos con cuatro quirófanos abiertos, que con tres tenemos de sobra y con dos tiramos si apretamos a los cirujanos, etc. El mundo empresarial funciona en buena medida así, quien más quien menos habrá vivido ejemplos de primera mano. Y ya sabemos todos cual es el siguiente paso del engranaje: Cuando se recortan gastos, los que acaban pagando el pato suelen ser los usuarios/clientes -y los trabajadores, claro, pero eso es materia para hablar en otra ocasión-

Extraña un poco más el escaso eco que esta noticia ha tenido en los medios de comunicación. Y, sobre todo, es preocupante la pasividad de la gente ante algo que les puede afectar de forma muy directa.

Retroceso.

Hoy leía con estupor la noticia de que en la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre ha firmado con Rouco Varela un fastuoso convenio, según el cual la iglesia católica podrá tener representantes en los comités de ética y en los equipos interdisciplinares de cuidados paliativos de los hospitales. Dichos representantes, si bien de forma no vinculante, podrán exponer sus opiniones en dichos foros acerca de temas tan espinosos como los cuidados a enfermos terminales o abortos en casos de malformaciones.

¿Qué será lo siguiente? Quizás la Iglesia podrá dedicir que escenas de una película no son aptas para nuestros inocentes ojos, o si se podrá servir o no carne los viernes de cuaresma en los restaurantes.

Y... ¿Por qué limitar este acuerdo a la Iglesia Católica? ¿Por qué no se puede incluir en los comités de ética hospitalaria a santones indios, a rabinos o a imanes? ¿Y ya puestos, por qué no a gurús de la iglesia del FSM?

El caso es que la Iglesia es una entidad privada, a la que sus miembros pueden acudir para pedir cuanto consejo crean conveniente, pero que como tal no está legitimada en lo más mínimo para influir en decisiones médicas, y mucho menos en aquellas que se toman con cargo al herario público.

Decisiones como ésta escandalizan por lo que suponen de guiño hacia un pasado oscuro que debería estar superado en una sociedad moderna.

Rubianes.

Hay gente necesaria en este mundo, personas que nos ayudan a romper con la estulticie, que nos facilitan con su hacer transgresor y gamberro el derribo de ruinas morales y miserias humanas.

¡Ánimo, Pepe! Te esperamos de vuelta pronto, y recuperado.

Asalto al poder.

Era de esperar. Una nueva derrota desataría en el PP las tormentas internas que llevaban tiempo contenidas. La disciplina militar, que los había caracterizado hasta ahora, se ha roto abiertamente y llueve fuego desde los bandos antagónicos. Es una lucha fratricida que nos brinda el hermoso espectáculo, propio del ingenio bélico, que desata el afán de poder.

Son tiempos de puñaladas traperas, de trampas escondidas en la jungla, de asedio y de defensa, de veneno en las copas de buen vino, de 'estás conmigo o contra mí'. Ésta vez a la vista de todo el mundo, que en los niveles freáticos siempre se ha debido mover lo suyo, como en cualquier partido que se precie.

Mariano se ve legitimado para 'intentar otra cosa', para cambiar el modelo que les ha vuelto a dejar en la oposición. Pero claro, esa otra cosa tiene que ser algo de su estilo, que no es precisamente el que le dejó como legado aquel que le nombró sucesor. En su bando la mayoría de los altos cargos regionales y, por sinergia (al fin y al cabo, los enemigos de mis enemigos, son mis amigos), Alberto, quien ha incluido su pequeño bando en el oficial como respuesta al ataque a Pearl Harbour.

Esperanza ve la que puede ser quizás una de sus últimas oportunidades para capitanear el partido, y hacerse con la presidencia del gobierno. Hábil en el manejo de los colmillos viperinos y la lengua bífida, no pierde oportunidad para ir desgranando una escalada de violencia política que destapa una oposición anunciada a la candidatura oficial. Sus aliados, un poderoso grupo político en la comunidad de Madrid, la vieja guardia de Aznar, y unos medios de comunicación que juegan a esto del poder desde hace tiempo, y a los que no les faltan redaños para abrir con los titulares que hagan falta con tal de que la opción a la que apoyan esté arriba. Ayer, esta opción era Mariano, hoy ya no.

Ayer Mariano plantaba cara al asalto en un estilo de intervención inusual en él. Y hoy, los medios de comunicación que tienen como objetivo encumbrar a Esperanza, han comenzado a disparar sus cañones con saña. La guerra es ya abierta. Será un espectáculo digno de ver.

Cambio.

Ayer, vi una película mientras disfrutaba de la comodidad de mi sofá. El caso es que la susodicha es de hace 18 años, lo cual no me parece que sea demasiado tiempo -aunque pensándolo bien, es el suficiente para que alguien alcance la mayoría de edad- pero encontré en ella varios elementos que me hicieron reflexionar sobre el paso del tiempo y como cambian las cosas.

En una escena de la misma, el protagonista, un agresivo ejecutivo, se encuentra en un establecimiento comercial y necesita hacer una llamada. En el siguiente plano, está utilizando el teléfono inalámbrico de la tienda que le ha facilitado el amable dependiente. Hoy en día esto sería impensable. No hablemos ya de un flamante ejecutivo como el de la película. ¿Qué adolescente no tiene un móvil?

Avanza la acción. El repeinado 'yuppie' de nuestra historia se encuentra en su despacho,amplio y luminoso, donde en el fondo se aprecia un aparatoso ordenador. Por el aspecto, probablemente un IBM PC AT a 8Mhz, como mucho con 10 o 20MB de disco duro. Posiblemente el colmo de lo moderno y potente en aquellos tiempos. Ya que hablábamos de móviles, podemos decir sin miedo a equivocarnos que hoy en día tenemos más potencia en el que llevamos en el bolsillo que la que le pudiera ofrecer aquella máquina a nuestro protagonista. A los CD-ROM's aún le quedaban un quinquenio para popularizarse. Y claro, la idea de Internet hubiera sonado tan a ciencia ficción como la mismísima Guerra de las Galaxias. Cuando nuestro hombre necesite buscar algo, tendrá que recurrir a un libro o echar mano de sus muchos contactos y recursos, y localizar a un experto que le explique lo que necesite saber.

En otra escena, la chica de la película (como toda película americana que se precie, hay una bonita historia de amor) está escuchando música con un reproductor portátil. Cuando le hablan, levanta la mano derecha en la que sostiene el aparato, y lo apaga. Pero... ¡Un momento! El dispositivo es enorme, y utiliza cintas de cassette. Es un Walkman, un chisme mecánico, con motores, palancas, engranajes y que tira de una cinta magnetizada que está enrollada en dos bobinas. Capacidad máxima, unos 120 minutos de música por cassette.

No me acuerdo de si nadie intentaba sacar alguna foto o no, pero de haberlo hecho tendría que haber utilizado una cámara de película, posiblemente de las clásicas de 35mm. Las fotos se hacían con sólo apretar un botón, como ahora, pero no se sabía como quedaban hasta que no se llevaban a revelar.


1990, hace 18 años, el siglo pasado.

Más que un club.

Hay un antiguo club en el que el equipo viste uniformes de colores apagados, pero al que reconocen en todo el mundo cuando salen a jugar. Podría decirse que viven absolutamente del recuerdo de las viejas glorias y de éxitos pretéritos, pero sus seguidores continúan siendo legión. Y algo curioso, las familias tienen tendencia a inscribir a sus hijos como socios de este club al poco tiempo de nacer. Muchos de estos niños, generalmente, no se cuestionan esto al hacerse mayores (el célebre espíritu borreguil del ser humano)

Yo mismo, sin ir más lejos, soy socio vitalicio de ese club. Pero últimamente estoy pensando en borrarme, ya que no me acaba de convencer como juegan.

Hoy, dando vueltas por la 'blogosfera', buscando algo ameno que leer, he encontrado un interesante y muy bien trabajado artículo en el que se desarrolla la teoría de que la afiliación infantil a este club (y a otros) podría ser inconstitucional. Lo podéis leer en Altavoz Magenta.

El fin de una ilusión

Hay días marcados con un círculo gris en el calendario. Días feos, de contenido robado, de vacío anímico.

De repente, inevitablemente, te enfrentas al que eras en el día de ayer, y descubres que eres un poco más pobre porque te falta una ilusión. Estás incompleto porque te has quedado sin algo que ya habías hecho tuyo, que ya habías sumado en la columna del haber. Y que al pasar la página del libro de cuentas, descubres de repente que está en la del debe.

Agua

Los políticos se están empezando a poner nerviosos. Cuando esto pasa, es que la situación es realmente grave. Y esta impresión comienza a calar entre los ciudadanos de a pie (cosa que quizás sea lo único positivo del desconcierto al que nos someten nuestros mandatarios)

Estos últimos días, todo lo que se oye en los medios son comentarios acerca de si trasvases sí, trasvases no, agua en camiones o en barcos, etc.

Ciertamente estamos ante una sequía inusualmente pertinaz. Pero no deja de sorprender que en momentos como estos, los responsables de la situación y aquellos que pueden tener en su mano la supervivencia de las zonas afectadas se desautorizen y se muestren discordantes, en vez de afrontar la situación de forma discreta y consensuada.

A veces me pregunto por qué no pueden tener más en cuenta que no sólo es importante el fondo, sinó también la forma. Y que los asuntos de imagen, cuando atañen una situación tan delicada, también se han de tener en cuenta.

Flock

Además de ser un fan de Firefox, y en menor medida Opera, estos días estoy probando un nuevo navegador: Flock

Es un navegador derivado de Firefox (2.0.0.12 en la versión 1.1.1 de Flock) con lo cual los que venimos de éste nos encontraremos en un entorno muy familiar. Pero está lo bastante 'tocado' como para que se noten los cambios.

Estas modificaciones consisten, a grandes rasgos, en facilitar el uso de un buen puñado de los servicios más populares en el mundo de Internet: Gmail, Yahoo Mail, Flickr, Picasa, YouTube, Facebook, Blogger (esta entrada está siendo escrita con la utilidad que proporciona Flock) y unos cuantos más.

Entre oras cosas, permite subir fotos directamente a Flickr o Picasa o seguir la actividad que originan las que ya están expuestas, escribir artículos para Blogger o WordPress, seguir los movimientos de los amigos en Facebook o tener un avisador de correo en Gmail o Yahoo Mail.

Además proporciona un lector de feeds rss bastante decente, del que adolece Firefox.

Por supuesto, muchas de estas funcionalidades pueden ser cubiertas de una u otra manera con extensiones Firefox. Pero en general, encuentro que redondean la experiencia del navegador. Vale la pena probarlo si eres un asiduo de los servicios mencionados.

La crisis de las hipotecas en E.E.U.U. y por qué nos afecta.

Hace poco he recibido esta amena explicación, aparecida en el blog de Nacho Giral, del por qué nos afecta la crisis hipotecaria de americana:

http://www.nachogiral.com/2008/03/explicacin-la-crisis-financiera-que-nos.html

Está fantásticamente explicado, y bastan unos minutos para apreciar con claridad la magnitud del embrollo.

El guionista.

Ha muerto Rafael Azcona, una persona totalmente desconocida para mí justo hasta ayer por la noche. Se trata simplemente de mi incultura, o mi falta de retentiva, o quizás también de lo poco que estamos acostumbrados a apreciar el trabajo de los guionistas incluso en aquellas películas que nos gustan.

Pero ayer, al volver hacia casa después del trabajo, y encender la radio del coche como tengo por costumbe, escuché la noticia. Los informativos coreaban su nombre, dando a entender la importancia que éste profesional de la escritura había tenido en el cine patrio. En el corto trayecto hasta mi domicilio, me dio tiempo a escuchar una reseña de su vida profesional, e incluso un pequeño fragmento de una entrevista.

Resulta que este señor ha sido el guionista de, entre otras, una película fantástica que debería ser de proyección obligada en las aulas como parte de la asignatura de historia de este país: El Verdugo.

Por supuesto, no es el único implicado en la película. Su director, Luís García Berlanga, José Isbert, la no hace mucho fallecida Emma Penella.... Todos, en mi humilde opinión, en estado de gracia, delante y detrás de las cámaras. Una película redonda, rebosante de humor negro, de angustia vital, de humanidad y miseria, de esas que hacen reir, y también reflexionar.

El caso es que en esa película no sólo encontramos una historia muy bien contada, sino también una ventana a la España de principios de los 60. Que a la vista de la misma, puede que el lapso temporal parezca ahora una eternidad, pero era el país al que le quedaban poco más de diez años para entrar en la democracia. Y efectivamente, nos muestra una sociedad con un pie en los 70, pero con el otro en una maraña de costumbres y afectaciones que la lastraban de forma determinante.

Hasta siempre, señor Azcona.

Cualquier día es bueno para empezar.

Ya hacía tiempo que me rondaba por la cabeza la idea de empezar un blog para ir contando lo que se me fuera ocurriendo. Hoy ha sido el día: Un apático lunes, con su tarde de sofá e Internet, de caja tonta y de descargar fotos de la semana santa.

Hace cosa de una hora me he conectado a Blogger, y he comenzado el proceso de alta de mi 'blog'. Es realmente fácil, todo el proceso no debería llevar más de dos minutos mal contados si ya tienes una cuenta Google y te quieres leer el tutorial y los textos legales. Lo que me ha llevado los 58 minutos restantes ha sido la elección de un nombre.

En una sucesión agotadora de intentos fallidos he probado desde frases de mi niñez hasta referencias literarias, pasando por chascarrillos ingeniosos y otras elucubraciones. Hasta que al final he dado con este 233 º, referencia velada a cierta novela a la que le tengo un cariño especial.

Lo siguiente ha sido explorar las posibilidades de configuración y gestión de la cuenta de Blogger. Y enfrentarme por fin al 'papel electrónico' en blanco, la primera entrada.

En estos momentos no tengo ninguna vocación especial para este blog, salvo la de hablar por hablar y dejar salir aquello que me apetezca contar. Es decir, no nace como un blog temático. Pero nada se descarta de cara al futuro. Supongo que el tiempo irá moldeando lo que serán o no serán estas páginas.

Así que aquí estoy, y bienvenidos seréis todos los que paséis por aquí.