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Quizás valdría la pena perder la Esperanza.

Una vez más, la comunidad de Madrid nos regala una perla digna de ellos: El Servicio Madrileño de salud vende a una multinacional la asistencia sanitaria de 400 mil personas.

No es que sorprenda, al fin y al cabo es un paso más de un buen gobierno neoliberal que se precie de serlo. Pero para el bienestar de la gente que depende de dicha región sanitaria es calamitosa.

Las empresas tienen como objetivo final no la satisfacción de sus clientes -por mucho que utilicen ese leitmotiv- sino la búsqueda del máximo beneficio de sus accionistas. Y parte de esta búsqueda consiste en el recorte incesante e implacable de gastos. Ya se sabe, que si dos aceitunas menos por aquí, que si un médico menos de guardia por noche y nos ahorramos unos euretes, que si a donde vamos con cuatro quirófanos abiertos, que con tres tenemos de sobra y con dos tiramos si apretamos a los cirujanos, etc. El mundo empresarial funciona en buena medida así, quien más quien menos habrá vivido ejemplos de primera mano. Y ya sabemos todos cual es el siguiente paso del engranaje: Cuando se recortan gastos, los que acaban pagando el pato suelen ser los usuarios/clientes -y los trabajadores, claro, pero eso es materia para hablar en otra ocasión-

Extraña un poco más el escaso eco que esta noticia ha tenido en los medios de comunicación. Y, sobre todo, es preocupante la pasividad de la gente ante algo que les puede afectar de forma muy directa.